
En febrero de 2001 se anunció que el genoma humano no contiene cien mil genes como se creía, sino sólo treinta mil. Esta revisión llevó a los científicos a pensar que no existen suficientes genes humanos para todos los tipos diferentes de comportamiento, por lo que nuestro carácter debe de formarse a partir del entorno o del ambiente, no de la genética.
Desde 1900, año que comenzó la genética molecular y sobretodo desde 1953, año en que Craig Venter descifra la secuencia completa del genoma humano, existe dentro de la comunidad científica una dicotomía entre los partidarios de que nuestro entorno es decisivo en la diversidad de la especie humana y entre los que defienden la herencia genética como única clave que influye decisivamente en nuestra naturaleza.
A raíz del nuevo descubrimiento en el año 2001, esa pugna se agudiza entre los defensores de la "natura"- naturaleza o herencia y los partidarios de la "nurtura" -el entorno o ambiente- que englobaría la educación, la cultura, la familia y todos aquellos elementos externos que pueden influir en nuestra naturaleza.
El investigador Matt Ridley, después de 100 años de enfrentamientos, señala que el ambiente depende de los genes y que los genes necesitan de él, ya que éstos absorben experiencias formativas, reaccionan a factores sociales e incluso hacen funcionar la memoria. El ser humano es una mezcla de voluntad libre y a la vez está infuido por el instinto y la cultura. Es una interacción entre ambos factores: natura y nartura.
Los genes son los que gestionan que la mente humana aprenda, recuerde, cree lazos afectivos, absorba cultura, Pero éstos no son meros títeres, ni son solamente los portadores de la herencia. Su actividad dura toda la vida y se activarán y desactivarán mutuamente respondiendo al ambiente. Puede que dirigan la construcción del cuerpo y el cerebro en el útero, pero luego se ponen a desmantelar y reconstruir lo que han hecho casi inmediatamente en respuesta a la experiencia y las circunstancias ambientales que encuentran el el camino.
Sostiene frente a los genetistas o partidarios exclusivamente de la herencia y los empiristas o ambientales, partidarios sólamente del entorno, que los seres humanos somos el resultado de una interacción entre los dos: herencia y ambiente. Los genes influyen en la conducta pero lo hacen a través del mundo que hay alrededor.
REDLEY, Matt:Qué nos hace humanos. Ed. Tauros.